Panadería y Vinoteca | $$ ($500 a $750 p/p) | C. Orizaba 39, Roma Nte., Cuauhtémoc, 06700, CDMX
Nunca he sido particularmente fan del pan de muerto; no lo espero con ansias ni me emociona verlo en tiendas desde septiembre. Sin embargo, me encanta la tradición y la historia de este bollo azucarado con toques de azahar y naranja, tan ligado a nuestras celebraciones de Día de Muertos. ¿Qué sería del Día de Muertos sin este pan? Esta pregunta me hace reflexionar: ¿puede un alimento transformar nuestra percepción de una festividad?
Creo que sí. Con el tiempo, las sociedades incorporan ciertos símbolos como una extensión de su identidad y forma de expresión. Estos elementos reflejan creencias y costumbres tan profundamente que se vuelven esenciales para el ecosistema de una festividad; si desaparecen, la celebración misma se vería alterada. La gastronomía es clave en la construcción de la identidad cultural mexicana, y el Día de Muertos no es la excepción. Cristina Barros y Marco Buenrostro, en La comida y el desarrollo social en México, analizan cómo el pan de muerto fortalece nuestra identidad cultural.
Este fin de semana, paseando por la Colonia Roma, pasé por la Plaza Río de Janeiro, un lugar que me encanta, con su réplica del David y el ir y venir de turistas, familias y paseantes. Es una zona que siempre me resulta acogedora y mística, especialmente con el “edificio de las brujas” observándote desde la esquina. ¿Qué historias guardarán sus muros? ¿Seguirá Pachita rondando?

De camino, pasé por Bottega Sartoria, un local de Marco Carboni que funciona como cafetería por la mañana y vinoteca por la tarde. Al ver el pan de muerto en el mostrador, no pude resistir probarlo, aunque no suelo antojarme de este pan. Sin embargo, pensé: “Aún no he comido ninguno este año”.
Probé la versión tradicional, espolvoreada de azúcar, un bizcocho suave, esponjoso, con el balance perfecto de naranja y azahar, y una variante de chocolate oscuro, que me encantó. Aunque soy fiel defensor de preservar la receta tradicional por su importancia cultural, esta versión con chocolate amargo de naranja y textura esponjosa fue una delicia.

No sé si esto marca el inicio de una nueva afición por el pan de muerto, pero definitivamente quiero explorar sus diferentes versiones. Aunque muchos conocemos el pan tradicional con huesos, existen otras variedades en México, como menciona Mariana Castillo en Los muchos panes de muerto en México: orígenes, significados y diversidad.
Así, mientras disfrutaba de estas distintas versiones de pan de muerto, reflexionaba sobre la riqueza de nuestra tradición sentado en la Plaza Río de Janeiro, disfrutando de un domingo tranquilo en la Colonia Roma.
