Martínez: Un Bistró Único

Me fascina el concepto de bistró: la mezcla ideal de un lugar acogedor y casual con una oferta culinaria deliciosa, que abarca desde platos tradicionales hasta propuestas más experimentales. Un bistró siempre tiene ese toque afrancesado de cocina reconfortante y versátil, donde cualquiera puede encontrar algo para enamorarse.

Se dice que los bistrós surgieron durante la ocupación rusa en Francia en el siglo XIX. La esencia de estos espacios radica en su tamaño pequeño y accesible, sin letreros llamativos, enfocándose en la comida y la visión del chef.

La cocina francesa me apasiona; quizá porque fue mi primer acercamiento al mundo gourmet o porque muchos de los restaurantes a los que fui creciendo eran franceses. Admiro profundamente a Anthony Bourdain, quien se formó en lugares como Les Halles en Nueva York y veía en estos bistrós instituciones imprescindibles de la gastronomía, lo que me hace sentir esta cocina como algo propio.

Entre la nueva ola de wine bars y bistros contemporáneos que llegaron a la Ciudad de México en 2022, nació Martínez en la Colonia Roma, del chef Lucho Martínez. A dos años de su apertura, Martínez ha capturado la atención de medios, críticos como la guía MICHELIN, chefs, y comensales. Es claro que Lucho tenía una visión sólida: transpolar el concepto del bistró a su estilo con reinterpretaciones propias, creando una cocina que le permitiera relajarse y reconfortar a sus clientes. 

El espacio de Martínez mezcla un aire japonés urbano con toques de madera clara, aluminio predominante y cemento al natural, creando una atmósfera íntima y moderna. De noche, el ambiente se vuelve aún más acogedor, ideal para perderse en los sabores y la experiencia.

Aunque sigue siendo uno de mis primeros en la lista de recomendaciones de este año, tengo que admitir que el año pasado fue mi favorito; fui tantas veces como pude, en cualquier ocasión especial, cumpleaños o puente largo. Siempre volvía por un platillo: el steak and fries con salsa bearnesa. Nada se compara a disfrutarlo con una copa de vino. 

Recuerdo la primera vez que comí en Martínez, sentado en la barra de aluminio frente a la cocina, desde ahí podía observar el espectáculo principal de cómo preparaban los platillos, cantaban las órdenes, cocinaban la carne en la parrilla, y  hasta puede ver algunos trozos de pescado ahumándose o añejándose.

Esa experiencia me enganchó, y volví una y otra vez, siempre con la intención de probar algo nuevo, aunque al final regresaba a mis favoritos: la ensalada Green Goddess, con su inigualable toque de estragón; el poro con avellana y burrata; el vol-au-vent de espárragos (antes de habas y chícharos); el pan asado con mantequilla; los gnocchis; y, por supuesto, el steak and fries. De postre, el pastel de chocolate, aunque recuerdo que la primera vez pedí las islas flotantes (las cuales ya no están en el menú), un postre que me transportaba a mis recuerdos de infancia, ya que eran uno de los postres favoritos de mi abuela cuando iba al San Angel Inn.

Aún me falta probar varios de los platillos insignia, como el pollo asado y los ostiones con mignonette, pero siempre es una buena excusa para regresar. Aunque posiblemente ya sé lo que voy acabar pidiendo.

La apertura de Martínez ha transformado la dinámica de esa calle de Puebla, atrayendo personas y revitalizando los alrededores con la llegada de Café Tormenta que sirve espressos y buena música en un puesto callejero y su reciente apertura Ultramarinos, mostrando cómo un chef y su equipo pueden traer vida a espacios olvidados.

@cronicashambrientas

A Martinez siempre volvía por un platillo: el steak and fries con salsa bearnesa. Nada se compara a disfrutarlo con una copa de vino. #cdmx #martinez #restaurantescdmx #luchomartinez

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